Héctor Otoniel |
Me sorprendió escuchar los gritos y ver el esto de desesperación de aquellos hombres, pero, decidí no preguntar nada y bon, caían al suelo como aviones que no habían podido aterrizar.
Durante un mes me pregunte a mí mismo ¿Que buscaban en sus costados? ¿Que era ese bulto que tenían sobre sus espaldas?
El 27 del presente mes y año (Octubre, 2010) venía de cumplir 6 meses el día anterior y se me ocurrió hallar las respuestas a mis interrogantes. Estando en mi cuna comencé a llorar para que mis padres me acostaran en la cama de ellos porque la misma no tiene paredes mas que ellos. Mi madre me dio de comer pensando que tenía hambre, pero, lo que no sabían era que el hambre que yo tenía no era de alimento, sino de conocimientos.
Me hice el dormido hasta que se durmieron ambos. Abrí mis ojos, me trasladé desde el centro de la cama hasta donde ellos tenían los pies. El valor que necesitaba para lanzarme me fue dado por la aspiración de conocer por que aquellos hombres gritaban y cerraban sus ojos. Me lancé, comencé a caer, me asuste y me toqué el costado, pero nada detuvo mi caída; una vez en el piso, sentía como mi cabeza se estremecía de dolor, mi mejilla derecha estaba tan roja, que parecía que había estado en el fuego por largas horas. Lloré y grité desesperado, mis padres en fracción de segundos me alzaron, mi madre estaba perpleja y mi padre decía amor el está bien, (Mintió, quien tiene un dolor como ese no está bien) mi madre trajo agua que al parecer trajeron de la película (La era de hielo 3) y ya no se que me dolió más entre el golpe y el agua helada a las 2:49 de la madrugada. De momento mi llanto se fue calmando y escuche a mi madre decir (fue mi culpa, me quedé dormida, a lo que mi padre respondió, yo debía velar por ustedes dos) al ver yo que ellos se peleaban por echarse la culpa, me lavé las manos como Pilatos y quedé como un ángel en la historia. En caso de que yo dijera que fue mi culpa y les contará que todo fue un plan, me darían una paliza poética "no-vuelvas-a-hacer-eso-"
Hoy hace tres días de eso, y es cuando tengo el valor para decir que la culpa no fue de nadie, sino, del paracaídas que como el de aquellos hombres no abrió.